Se sentó y las miró fijamente. Allí tiradas por el suelo, en mitad del salón, simbolizando otra (esta vez pequeña) rebelión.
"Las zapatillas, al zapatero". Recordó aquella frase que tiempo atrás simbolizaba la rutina, el gusto por el aprendizaje, un poco de calma, una sonrisa, quizás.
Los días, ahora convertidos en choques entre hormonas adolescentes y menopáusicas, eran una espiral profunda, un punto de inflexión que cambiaría el concepto de su familia y un ansia en buscar de nuevo el quizás de aquella sonrisa.
Olá, Sylvia! vine a devolver la visita y me encontré con este laberinto de sentimientos, ideas, sensaciones, estados del alma...y como a una especie de cómplice.
ResponderEliminarseguro volveré.
Un abrazo!
Muchas gracias Miralunas, me alegro de encontrarte por aquí!
EliminarNos leemos!!
Bss