Cuando ya no existe la búsqueda, la ambición, el sueño... más se siente la necesidad de palpar tu pasado lleno de enredados fallos, delirios y acordes. Aún así, a veces, vuelve ese anhelo de lo desconocido que, con la edad, se presenta ambiguo como un dualismo que cotiza al alza por las arterias de las ganas y a la baja (más que profunda) por las venas de la angustia.
Ese es justo instante en el que te levantas, abres la ventana y exhalas profundo como si toda la oscuridad pudiera salir acompañada del humo de un cigarrillo, olfateas el aroma de la zozobra que crece con la edad, y aun así sientes que sigues en la rueda vital, sólo necesitas ese rayo de sol, esa gota de lluvia o la leve brisa mientras vibras como si de un ser fotosintético se tratara.
Ese es el ínfimo instante donde lo demás no importa porque sólo late aquello que está al llegar y no ha sido escrito. No es tarde ni pronto. Es ahora. Es ceder a la ebullición de la mente y teclear hasta que la pesadumbre se evapore y se temple el alma.
Espero que el haber escrito estos párrafos te haya venido de maravilla. A veces el mismo hecho de teclear hace que nuestra mente de despeje de errores pasados y deliciosos presente. Un abrazo.
ResponderEliminarEncuentro armonía entre el nombre del blog y sus textos, incluyendo ese tecleo que sirve como puesta en marcha para dar ese giro y volver recargado.
ResponderEliminarUn texto magníficamente desarrollado y con las metáforas justas. Muy bueno.
Saludos.
Finalmente también somos seres fotosintéticos de una u otra forma, requerimos de la luz aunque sea en un rayito.
ResponderEliminarBesos dulces Sylvia y dulce fin de semana.
Es un bonito ecosistema el compuesto por teclado, monitor y el que los hace hablar. De equilibrio delicado y siempre solitario.
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