Palabrejas al 2025

 

Aprovecho la soledad en casa.  Disfruté el oleaje de la veintena de almas pululando por la casa estos días tanto como hoy del  ruido del teclado, el del lavavajillas y el del péndulo del reloj.... ese silencio casero.

Tecleo palabrejas por rellenar  este tiempo sin saber muy bien hacia donde van a navegar los pensamientos. Porque este año han navegado, han zozobrado y se han enmarañado hasta conseguir la calma. Esa calma por la que ando de puntillas, con miedo a despertar...  no se muy bien el qué. Supongo que lo que traiga el destino.

Veo la vida de los últimos años como un camino de puntillas, Como una danzarina de ballet etérea, intentando crear figuras bonitas entre  las minas de un campo árido llamado vida. 

Yo no era así. Te vuelves así.

Este año ha sido áspero en el trabajo y en la familia. Tampoco apocalíptico, pero áspero de narices. De ahí que las puntillas se hayan afilado. 

No se cómo va a ir el brindis por el 2026. No se que pensamiento aparecerá ¡zas en la última uva! Ese deseo no meditado ni racional, solo el deseo del alma.

Ahora sólo le pido al 2026 calma. Y mucho me parece. Si hay calma todo va bien o se lleva bien, que es suficiente. La calma lo engloba todo. La calma para que desaparezca esa jaqueca del estrés, del miedo, de la incertidumbre. ¿Cuándo me volví así? Yo no era así. Me volví así.

Que vuestro 2026 sea lo más parecido a la calma o a una cerveza en una terraza en el mar, a mirar nubes voladoras en la cima de una montaña, a tirarse en el sofá cuando llegas a casa después de trabajar, a la siesta peliculera de un domingo, al primer sorbo de café del día, al aterrizaje de un vuelo a un nuevo país por descubrir, a los primero acordes de un concierto que os apasione, a una lectura que os evada del mundo... 

Y tú ¿qué deseas para el nuevo año?