Dorotea dijo: "Cuéntame algo de la primavera de la vida, esa que se sitúa entre la infancia y la adolescencia..."
"Pegadas al retrovisor de un coche, todas creíamos firmemente tener una gran destreza en el uso de un lápiz de ojos y un pintalabios que, tras muchas súplicas, nos prestó la hermana mayor de alguna. Y así, tras la manida celebración veraniega de fin de curso, tuvo lugar el pistoletazo de salida de una época vertiginosa.
A partir de entonces, la primera calle a la vuelta de la esquina del colegio, se convirtió cada sábado en el salón de belleza para nuestro ritual de pinturas de guerra. Y aquel alboroto, tras el maquillaje, se mantenía encendiendo ilusiones -además de no pocas pasiones y algún que otro drama amoroso- en todas aquellas cabecitas locas durante el resto de la semana.
Fue así como cada una de nosotras fue coloreando su adolescencia a su modo y nuestra ceremonia junto al retrovisor en la calle, quedó como un gran símbolo de nuestra primera pequeña victoria de independencia.
Probablemente sea la única etapa a la que le he abierto la puerta de par en par, conscientemente, con ansia, con alegría en ebullición, con genio -mucho, mucho genio- y sobre todo... con la necesidad imperiosa de cambiarme esos vestidos con bordaditos de flores y los chirriantes calcetines con sandalias (no me fuera a enfriar y de los que aún queda constancia en horribles recuerdos fotográficos) por el color negro, las botas, el cuero, la raya del ojo y los labios rojos."
PD: Del problema de quitar esa raya del ojo antes de volver a casa y los restregones para que no se notase, hasta que fuí oficialmente adolescente en casa, mejor lo hablamos en otro momento :P (ya dije que fue una pequeña victoria ja ja ja)
¿Y vuestro salto al abismo adolescente?
Más inicios adolescentes en la convocatoria juevera de Lazos y Raíces
Me ha gustado mucho tu relato. Es verdad, eso de maquillarse en los retrovisores... ¡qué recuerdos! No conocía tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece.
ResponderEliminarGracias y un abrazo.
Gracias por tu visita... pues teniendo a Annabel Lee en el nombre de tu blog, no puedo faltar ir allí :)
EliminarQué bonitooooo. Me gas recordado aquella epoca, con los vestidos bordados y las sandalias blancas, ese deseo de libertad que se siente en la adolescencia, el primer carmin, el primer rimel, a escondidas.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato.
Un beso enorme.
Muchas gracias María, esa libertad inigualable...
EliminarBss ;)
Una hermosa historia para leer. Puedes ver a muchas mujeres retocándose el maquillaje en los espejos retrovisores de sus autos.
ResponderEliminar.
saludos poéticos
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Pensamientos poéticos y ensoñaciones
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Creo que se ha quedado la costumbre en muchas :)
EliminarSaludos!
Una época dorada y sobre todo de rebeldía.
ResponderEliminarAy las fotos , algunas es mejor ni mirarlas jajaa.
Un besote.
Solo mirar esas fotos en días de risas y vino.
EliminarBss ;)
me encanta muy evocador,
ResponderEliminarun abrazo desde Las Palmas .
Muchas gracias Orlando, Bss
EliminarQuién no recuerda ese ver los cambios en las chicas, disimulando su uniforme, subiendo faldas, cambiando calcetines, pintando labios, poniendo colorete, pintando ojos...
ResponderEliminar;)
¡Vaya época!
Parece una mutación en toda regla, ¿verdad?
EliminarQue chulo, una primavera jovial y eufórica. Con un final que pone que remata tu ingenio.
ResponderEliminarEufórica... exacto, de cuando te comes el mundo (luego ya ataca él)
EliminarBss
Precioso! Me he sentido identificada 😁
ResponderEliminarHabía que buscarse esas artimañas para llevar a cabo ese proceso maravilloso, entre inocente y pícaro...
Me ha encantado, Sylvia. Y de narración impecable.
Abrazos, y feliz día! 💙
Siempre buscando por donde encontrar una salida y más con esos años
EliminarBss ;)
Un bonito y divertido relato sobre ese "bautismo" de independencia a través de los lápices de ojos y los pintalabios, y cómo no el ansia por cambiar la indumentaria :))))
ResponderEliminarA los chicos no nos dejaban llevar pantalones largos hasta los doce años. Qué martirio! :))))
Besos.
La indumentaria es todo un símbolo, y sí... lo vuestro con los pantalones cortos es de traca :P ¡Qué frío en invierno! (mi abuela siempre decía, da igual que las piernas no son del cuerpo... :S)
EliminarBss
Un clásico imperecedero, como las que, mientras andan y sin detenerse, miran su reflejo en todas las cristaleras de la ciudad sin dejarse ni una.
ResponderEliminarEs que algunas se quieren hasta el infinito jajaja
EliminarYo fui una adolescente extraña: nunca me pinté, pero ayudaba a mis amigas a hacerlo. Un relato genial, besos.
ResponderEliminarAnda! pues también está muy bien eso de no pintarse (la verdad es que en esos años ninguna necesita realzar nada de nada... la belleza natural es tan estupenda)
EliminarBss
Jeje, has logrado pintar ese momento en que fuimos niñas soñando con ser adolescentes, aunque con miedo al ridículo, se aclara. Un abrazo
ResponderEliminarBueno, también es una etapa de libertad y de inseguridad a tope, de querer dar zancadas y temerlas al mismo tiempo... pero es el aprendizaje vital,
EliminarBss
afortinados nosotros los que no teníamos que maquillar nuestra cara para ser gallos de gallinero. Esta en la esencia de la mujer ser atractiva para que su presencia nunca pase desapercibida...y no pasa es más contra más atractiva en esas edades ( o siempre ) más éxito
ResponderEliminarentre los gallos del gallinero. Un abrazo
Siempre mucho más sencillos, eso sí también teníais vuestros propios códigos de cambio... que lo de ser gallo en el gallinero tampoco es fácil.
EliminarBss
¡Qué diferente era mi primavera o qué diferente era yo! No lo sé, pero sigo aleteando en ella. Qué tiempos aquellos :-9
ResponderEliminarUn beso enorme.
Me alegro que sigas aleteando en ella, yo echo de menos un poco la emoción por cualquier instante
EliminarBss ;)
Aquella época que nos relatas, me dejó huella. Yo continúo pintándome los labios de carmín rojo como entonces. Un ritual que forma parte de mi. Hasta para bajar a la panadería me los pinto. jajaja.
ResponderEliminarQue bonita es la juventud...
Un abrazo guapísima.
Y tanto que es bonita la juventud... todo el mundo debería vivir al 100%
Eliminar(Yo también me los pinto para todo jajaja)
La adolescencia junto a la primavera son el caos de sentimientos perfecto y esos inicios en querer beber sin sed.
ResponderEliminarMe gusto el relato.
Un placer leerte
Beso
Bendito caos... :)
EliminarBss
Me has hecho recordar lo que me contó una amiga: se pintaba una línea en las piernas para que pareciera que llevaba medias de nailon, pero empezó a llover y tuvo que salir corriendo para que su chico no descubriera el engaño. Qué tiempos aquellos! Gracias por participar y un abrazo
ResponderEliminarMadre mía!!! eso sí que es una aventura jajaja
EliminarGracias a tí por la convocatoria